lunes, 25 de julio de 2016

Ella y el mar.

En una mañana de verano,
prefiero nadar en tu mirada
cuando estás recién levantada
a bucear en el océano.
Saltar al abismo de tu sonrisa,
y poco a poco dejar que me hunda
en tu boca, tan profunda,
y sentir la caricia del mar y su brisa.
Prefiero enterrarme en tu pelo,
y saborear la sal de tu piel.
Refugiarme en tus labios de miel,
de la tempestad de tus caderas.
Navegar por tus olas,
hacer castillos en las sábanas,
y si tengo que ahogarme,
que sea en tu cama,

domingo, 17 de julio de 2016

Batalla del Somme

           En Julio de 1916 tuvo lugar la batalla más sangrienta de la Primera Guerra Mundial. Desde que el asesinato del Archiduque en Sarajevo hiciese estallar la guerra, habían pasado dos largos años en los que tras la invasión inicial de Bélgica y Luxemburgo por parte del ejército alemán, la feroz resistencia aliada había mantenido estable la línea del frente occidental, que en forma de trincheras partía el continente. Dos penosos e interminables años en los que los soldados penaron y murieron golpeados por la artillería, las infecciones y la angustia a ambos lados de aquellas zigzagueantes brechas cavadas en el corazón de Europa.

            En Febrero de 1916, el bando alemán decidió quebrar la línea e inició la Batalla de Verdún, que duraría todo el año llevándose por delante 700.000 almas en una feroz guerra de desgaste. Los aliados, en un intento por dividir las fuerzas alemanas para darle oxígeno a la resistencia francesa en Verdún, decidieron contraatacar.



            El 1 de Julio de 1916 las fuerzas aliadas intentaron romper la defensa alemana a lo largo de 40 km en torno al río Somme. Había comenzado la batalla del mismo nombre. Aquel lejano 1 de Julio por la mañana, miles de soldados británicos trataron de atravesar la enfangada Tierra de Nadie, 20.000 nunca volvieron, más de 30.000 lo hicieron mutilados. El amanecer de aquel primer día de Julio en Francia se tornó rápidamente en un negro ocaso y la muerte extendió su manto sobre el valle del Somme.

            Tras aquel primer día, la Batalla del Somme desgastó y diezmó cruelmente a ambos bandos hasta convertirse en la tumba de 1 millón de hombres. John McCrae había escrito tras el semejante horror vivido un año antes en Ypres:

In Flanders fields the poppies blow
Between the crosses, row on row,
That mark our place; and in the sky
The larks, still bravely singing, fly
Scarce heard amid the guns below.

We are the Dead. Short days ago
We lived, felt dawn, saw sunset glow,
Loved and were loved, and now we lie,
In Flanders fields.

Take up our quarrel with the foe:
To you from failing hands we throw
The torch; be yours to hold it high.
If ye break faith with us who die
We shall not sleep, though poppies grow
In Flanders fields.

            Hoy, 100 años después, aún crecen las amapolas en aquellos campos.