viernes, 18 de septiembre de 2015

La agonía más dulce de Contador

-Artículo escrito y referido a la decimosexta etapa del Giro de Italia 2015, disputada el 26 de mayo de 2015-

Corría un 10 de Junio de 1949 cuando un desgarbado e imperfecto piamontés se empeñó en cincelar su nombre para siempre en las losas de la historia ciclista. Se dijo siempre y pareció ser cierto que sólo podía vivir si era subido a una bicicleta, y aquel día decidió no morir nunca.
Era un Giro de Italia que tenía ganado, pero fiel a su filosofía se escapó de inicio en una maratoniana jornada a través de los Alpes franceses. Durante largas horas aquel imperfecto piamontés rozó la perfección formando una unidad con su montura, los rastrales sujetaban el pie y las bielas trasmitían la energía, aunque quizá fuese en realidad del revés y la propia bicicleta le alimentaba a él. Metro a metro fue venciendo a las montañas hasta que tras cientos de kilómetros llegó a la meta en solitario, aquel día no había ganado el Giro, había ganado la gloria eterna. Tal fue la magnitud de la hazaña que la radio italiana interrumpió su programación y la frase del locutor quedó para la historia: “Un uomo solo al commando, la sua maglia è biancoceleste, il suo nome è Fausto Coppi”. Aquel día Fausto venció a la gravedad y demostró que su lema “La gesta más bella es la gesta más loca” era su única forma de ver la vida.
Han pasado ya más de 60 años pero existe otro hombre dispuesto a honrar a Fausto hasta las últimas consecuencias. Alberto Contador tenía y tiene el Giro en el bolsillo, pero no importa lo que ganas, si no cómo lo ganas. Quiso honrar a Pantani en la cima maldita de Madonna de Campiglio y sin embargo no pudo, y quería hoy entrar en la historia pedaleando hacia la meta, donde Fausto y Marco le esperaban; pero de repente la rueda pinchó. Quedaban más de 60 kilómetros a meta y Contador quedó sólo, descolgado del pelotón principal en el que los hombres de Astana tocaron a zafarrancho, afilaron sus cuchillos y saltaron al abordaje. Alberto no titubeó. Sustituyó su rueda por la de su compañero Ivan Basso y comenzó entonces una cabalgada épica. La diferencia se había ido ya al minuto y sus escasos compañeros se exprimían intentando taponar la herida para que la hemorragia de tiempo no acabase con ellos, kilómetro a kilómetro en la aproximación al temible Mortirolo la agonía continuaba. Una pedalada más, un metro más, perseverar en el dolor. Roman Kreuziger moría encima de la bicicleta tratando de acercar a su jefe de filas al grupo cabecero y Contador empujaba desde su bicicleta a su último compañero, el final trágico era esperable con 50 kilómetros por delante y el Mortirolo a punto de comenzar, cualquiera se hubiera hundido. Finalmente y gracias a una aparición in extremis de Manuele Boaro Contador llegó a la base de la montaña con un minuto perdido y la historia por delante.
“La gesta más loca es la gesta más bella”. Y Alberto comenzó su lucha contra el coloso. Arrancó desde abajo apretando los dientes y luchando contra las rampas del infierno. Metro a metro ascendió recogiendo cadáveres exhaustos derrotados por la montaña. Y nunca se detuvo. El dolor tuvo que llegar a ser insoportable, sus piernas tuvieron que arder y el corazón estar a punto de estallar, pero nunca se detuvo. Contador estaba derrotando al Mortirolo, minuto a minuto estaba sufriendo y venciendo mientras sus rivales Aru y Landa estaban cada vez más cerca. Sin embargo hoy no corría contra nadie ni buscaba ganar el Giro igual que aquel 10 de Junio de 1949 Fausto no luchaba por ganar una carrera. Hoy Contador corría para ganar la gloria eterna. Tras cada curva se iba encontrando con los grandes campeones, Fausto aquel 10 de Junio, Bobet en el Izoard, Merckx en Tre Cime, Ocaña en Orcieres-Merlette, Indurain en Luxemburgo. Tras cada puñalada de dolor en las piernas iba grabando a fuego su nombre en el Olimpo ciclista, porque muchos pueden pedalear rápido, pero muy pocos son campeones.
Por fin, tras una curva aparecen delante Aru y Landa, lo había conseguido. Quedaban aún 40 kilómetros hasta Aprica y Contador no quiso esperar porque hoy nadie más importaba, atacó y se fue seguido por el brillante Mikel Landa. Desde la cima del Mortirolo hasta la meta la tortura continuó, kilómetro a kilómetro hasta que a falta de 3 para el final, Landa arrancó y Contador, débil tras tanta tortura, no pudo seguirle. El vasco ganó la etapa y Contador entró en meta poco más de medio minuto después, exhausto. Roto de dolor y cansancio se le saltaron las lágrimas hablando con los periodistas, el sufrimiento y la tensión habían sido inmensos, pero había salvado la maglia rosa, todavía tenía el Giro en su bolsillo.
Contador perdió hoy, no alcanzó la gloria en Aprica como había planeado de antemano, no pudo homenajear como tenía pensado a Marco Pantani. No obstante, el homenaje que ofreció fue mayor de lo que nunca llegó a imaginar.
Porque hay derrotas que son más bellas que cualquier victoria.